El pasado mes de Junio se llevó adelante el Congreso Iberoamericano Mujeres en el Vidrio, allí se presentaron numerosas artistas e investigadoras del vidrio. En esta ocasión descubriremos la obra de Rebeca Huerta Viga
El pasado junio se celebró el Año Internacional del Vidrio y el 25º aniversario de la fundación del Museo de Arte en Vidrio en Alcorcón de una manera muy especial, con el Congreso Iberoamericano en torno a las Mujeres en el Vidrio, Artistas y Científicas.
El objetivo principal del encuentro fue crear nuevos vínculos y reforzar existentes entre las profesionales del mundo del vidrio. Arte y ciencia se unieron para conmemorar el universo del vidrio.
Entre las participantes, se encuentra Rebeca Huerta Viga. La artista es egresada de la especialidad de escultura del Instituto Allende de San Miguel de Allende, Guanajuato, México en el año 2006. Su primer contacto con el vidrio fue durante el verano de 2005 en el curso “The Road to the Mold” de Melanie Rowe and Leslie Rowe-Israelson en Pilchuck Glass School. En enero de 2007, inicia un curso en la Escuela Especializada en Vidrio de Zelezny Brod, República Checa, por recomendación de Jaroslavá Brychtová; y establece su estudio en Pelechov, donde Zdenek Lhotsky y los técnicos especializados comparten sus conocimientos. A partir del 2017 vive en Málaga y se concentra en adaptar los procedimientos de la técnica checa, al contexto malagueño. Es así como inicia la experiementación para fundir artísticamente el vidrio plano recolectado en las calles.
Acerca de la obra, Rebecca dice:
“Mi trabajo artístico está fuertemente ligado a la tradición Checa, tanto en su propuesta técnica como, sobre todo, en su visión estética del material.
Técnicamente y en sus orígenes, el kiln casting o fundición artística de vidrio, se inventó para crear esculturas de vidrio monumentales; cuyo lenguaje abstracto manifiesta una profunda interpenetración entre las cualidades físicas de la materia con la voluntad de conocerlas, controlarlas y acomodarlas en un cierto sentido para que resulte un objeto simbólico.
De manera que el interés por el vidrio redunda en un interés estético por la forma en sí y no tanto por la figuración o la representatividad.
Yo continúo con esta línea de exploración escultórica, cuya tradición me ha dado las herramientas para desarrollar un procedimiento para fundir, a baja temperatura, las placas de vidrio plano que recolecto en las calles malagueñas.
Es un reto técnico que me esta tomado casi dos años calibrar del todo, y que a su vez marca una profunda inflexión en mi vida creativa; porque el vidrio plano me obligó a reconocer y a ejercitar con plena conciencia los fundamentos propios de la técnica. Alejándome con ello de la enorme oferta de posibilidades estéticas e imponiéndome tantas restricciones que tuve que concentrarme en el A, B, C básico de la escultura: así como el punto y la línea, para mí, por ahora, son los cilindros y las esferas.
Curiosamente, fue a partir de esta práctica plagada de errores, que encontré la sensación de libertad y plenitud creativa que buscaba desde hace mucho tiempo…”