Cada vez que Marifé Perales (50) ve un objeto roto, piensa en cómo habría sido en su momento de esplendor, y esto la lleva a amar en un sentido profundo y artístico, la tarea de restauración. Año tras año, se embarca en desafíos asombrosos.
Se formó como vitralista y restauradora, oficio que abrazó años atrás y que ejerce desde su taller en el mítico edificio del Palacio Barolo en la avenida Rivadavia.
Foto 2: Teresa Bohn Foto 3: Cecilia Alonso
Pero esta porteña apasionada, también es docente y eso la define: “Siempre tuve la necesidad de enseñar. Disfruto transmitiendo lo que sé; soy feliz estando con mis alumnos”. Y se bien de lo que habla, tomé clases con ella durante un año, aprendiendo la técnica de grisalla. Marifé logra sacar lo mejor de cada uno.
Para llegar hasta ahí, antes transitó las más diversas áreas: estudió ciencias políticas, economía, incursionó en el cine, la escritura de guión, el teatro medieval y la joyería. Viajó y se mudó algunas veces: vivió un tiempo en Francia, donde dio rienda suelta a su veta de actriz en la calle, según cuenta a la hora de rescatar anécdotas.
¿Cómo llegó a interesarse por los vitrales?
“Cuando era muy jovencita, en los ´90, veía las catedrales de París y me encantaban, pero no hubiera podido imaginar que iba a dedicarme a esto. Hasta que, en el 99, vi un cartel de un profe que enseñaba vitral…Ahí comencé a tomar clases y supe que era lo mío”, recuerda en un descanso del trabajo en su taller.
Su camino estaba marcado, poco después se formó en la escuela de cerámica nº 1 taller de vidrio y siendo alumna de Gabriel Bouza, quedó al frente del del taller de vitrales de la Cárcova, cuando él dejó el cargo. Allí trabajó durante once años y, en paralelo, abrió su propio taller, donde sigue dando clases hasta hoy.
Y no dejó de estudiar. El año pasado se recibió de docente de Artes Plásticas y dicta clases a los chicos del Instituto Oral Modelo todas las semanas.
“Con el vidrio me pasaron cosas muy lindas, tal vez la más importante ocurrió cuando tuve la oportunidad de colaborar en la realización del único vitral que hizo el artista plástico Felipe Yuyo Noé, con quien, además hicimos una hermosa amistad. Los dos tenemos también un gran amor por Francia”.
“Una vez que decidimos trabajar juntos, Yuyo puso mano en el vitral, hizo el trabajo de pintura, yo hice la asistencia técnica. Era el primer vitral que hacía y para mi fue una experiencia increíble!” dice Marifé y sigue “Yuyo no trabaja con bocetos, pero en este caso, sobre un papel comenzó a poner las manchas de colores para tener una idea de la cantidad de vidrios que íbamos a necesitar. Él es un artista, nunca borro nada, todo fue fluyendo y formando parte de la obra.”
“Siempre buscando la luz” 2018 Vitral de Luis Felipe Yuyo Noé – 139 cm x 139 cm Obra realizada con la colaboración de Marifé Perales
Ph: Milos Deretich
Sin salir de Buenos Aires, Marifé emprende aventuras cada vez más creativas, pero su sueño es seguir viajando, seguramente su próximo destino sea Egipto, su lugar en el mundo desde que lo visitó y aún más ahora que sabe que se va a inaugurar el nuevo Gran Museo Egipcio, que contará con la mayor colección de arte y arqueología de la antigua cultura de los faraones con casi 50 hectáreas para la cultura egipcia.