Entrevista a Jesús Sesma, arqueólogo y coleccionista de vidrio

Jesús Sesma es  arqueólogo de la Dirección General de Cultura del Gobierno de Navarra, España; doctor en Arqueología por la Universidad de Navarra desde 1994. Además, es un apasionado coleccionista de obras de vidrio. Su labor como arqueólogo comprende la dirección de trabajos de campo y la gestión del Patrimonio. Esto incluye la evaluación de proyectos que pueden afectar al Patrimonio, la dirección de actividades de puesta en valor de yacimientos arqueológicos promovidas por el Gobierno de Navarra, el control de hallazgos y descubrimientos, la catalogación anual del Patrimonio Arqueológico, la gestión de subvenciones públicas para excavaciones, la conservación de fondos arqueológicos, publicaciones oficiales de arqueología y peritaje judicial, entre otros.

Siempre me ha fascinado todo lo relacionado con la tierra. De niño me gustaba trabajar con el barro, descubrir los colores de las rocas, sus formas… Es algo casi obligado, viniendo de un pequeño pueblo cercano al desierto de las Bardenas Reales de Navarra. Hasta que con 14 años descubrí un yacimiento arqueológico de la Edad del Hierro, sin saber qué sentido tenían aquellas cerámicas tan toscas y piedras trabajadas. Me sorprendió cuando un profesor me explicó qué eran, en qué consistía la Arqueología y cómo se trabajaba. Y desde entonces supe que ésta iba a ser mi vida, mi pasión y mi profesión.

Como arqueólogo, el hecho de descubrir los objetos que han permanecido enterrados durante siglos o milenios. Esa sensación es fácilmente reconocible. Pero como investigador, me satisface más hallar el sentido a lo descubierto. Porque los objetos no son solo piezas, sino que surgieron en un contexto y momento histórico. Y cuando puedes interpretar plenamente un hallazgo y aportarlo a la comunidad, eso es indescriptible: has sacado a la luz un fragmento del pasado totalmente desconocido.

Te pongo un ejemplo: en las excavaciones que dirigí en la Catedral de Tudela, aparecieron dos caballeros medievales enterrados con sus espadas, espuelas doradas, etc. ¿Quienes eran esas personas y por qué se enterraron de esa manera? En sí el hallazgo era interesante, pero cuando además conseguimos ponerles nombre, saber por qué fueron armados caballeros, qué rey lo hizo y por qué….eso es lo que de verdad da sentido a mi trabajo. Ahora se exhiben y se explican en su lugar de origen.

Por la parte de la gestión del Patrimonio, lo que verdaderamente me motiva en el fondo es todo lo que se consigue con su protección: cuando se logra que algo no se destruya y pueda ser finalmente admirado. Es un proceso largo y costoso (en tiempo, esfuerzo, presupuestos, etc.), que requiere colaborar con muchas personas distintas. Esto último es algo que aporta mucho al crecimiento personal.

Aquí tengo que hablar desde mi experiencia personal. Más allá de lo que todos sabemos sobre la importancia de la Historia, hablamos de Patrimonio, es decir, la riqueza que pertenece a todos. Que hay que conocer, conservar, proteger y transmitir. El Patrimonio es por tanto un recurso, que bien gestionado, se convierte en la identidad de las gentes, lo que les motiva a amar todavía más su tierra, les impulsa a conservarla…. Cuando después de años de trabajo, alguien te dice que no tenía ni idea de que lo que se ha descubierto existiera en su localidad y que le parece maravilloso….sabes que va a luchar para que se conserve y que has aportado algo importante a la vida de una persona, un colectivo…eso es muchísimo.

En cualquier arqueólogo debe existir siempre la capacidad de asombro, de estar abierto a lo inesperado. Y eso es lo que me maravilla: cuando aparece cualquier evidencia que supone un cambio, una nueva perspectiva, algo diferente…que te obliga a repensar y reconsiderar lo establecido. En este sentido creo que la Arqueología es una especie de arte, de creación de imágenes e ideas. A menudo muy poderosas, pues pueden convertirse en iconos, símbolos.

Cuando participaba en excavaciones arqueológicas, tocaba las cerámicas vidriadas, con sus vivos y brillantes colores, las piezas de vidrio con las irisaciones que provoca su alteración, las decoraciones de los metales….y era imposible no sentirse fascinado por las creaciones de nuestros antepasados. Mi descubrimiento (casi se podría definir como una “epifanía” en el sentido griego de la palabra) del mundo de la elaboración del vidrio fue un poco casual. Puedo decirte que tiene día y año….. Visitábamos durante el verano de 1996 la isla de Malta, para admirar sus templos prehistóricos, y acudimos a una demostración de artesanía de Mdina Glass. Ya sabía teóricamente cómo se elaboraba el vidrio, pero verlo en directo fue algo que me marcó. Adquirí allí mis primeras piezas, que todavía conservo, y desde entonces empecé a coleccionar. Posteriormente han sido los viajes a Venecia-Murano los que han hecho crecer esta pasión.

Por supuesto. Como gestor del Patrimonio, una parte importante de este son las creaciones artísticas. El color, las formas, la sutileza….la magia del vidrio es algo que siempre he pensado que se debe transmitir. Y como gestor debo involucrarme con la comunidad. Este año 2022 ha sido muy importante para ello. He tratado de aportar con una exposición temporal de mi colección. Fue durante el verano y se tituló “A la manera de Venecia”.

Para 2023 estoy preparando una exposición didáctica a partir de mi colección en un museo local.

Les diría lo que les digo a todos los alumnos y pupilos que he tenido a lo largo de los años: que se apasionen, que comiencen por participar y experimentar en primera persona el legado de nuestros antepasados. Pueden participar en una excavación, apuntarse a un curso, coleccionar (dentro de la legalidad, claro), asistir a conferencias….. Si se experimenta esa sensación, contribuye a dar sentido a la vida. Más allá de que sirva o no como una forma de ganarse el sustento.