El Espacio Lacroze se llena de luz y color con la inauguración de una fascinante exhibición el 1 de diciembre, de 18 a 21 horas, que presenta un conjunto diverso de obras realizadas por un grupo de talentosas artistas bajo la dirección de la destacada curadora Paula Lekerman. La muestra, titulada “Habitar el flujo de la transformación”, nos invita a sumergirnos en el intrigante mundo del vidrio, un material que, a diferencia de nuestra vida cotidiana llena de instantaneidad, requiere paciencia, reflexión y maestría.
Las piezas exhibidas son fruto del trabajo colectivo de un grupo de artistas comprometidas con la exploración visual y técnica. Maru Alvarez Herrero, María Mendiry, Monica Ambrozevich, Hebe Graciela Carassale, Silvana Cavadini, Alejandra Dabusti, Miriam Destefano, Cristina Furci, Sandra Furman, Edith Jurado, Silvina Lewin, Liliana Stolar, Silvia Salguero, Ivanna Sola y Lourdes Zenobi, todas ellas guiadas por la curadora Paula Lekerman, han creado un conjunto de obras que reflejan su búsqueda personal tanto en términos visuales como técnicos.
Texto curatorial: “Habitar el flujo de la transformación”
El vidrio es un material de proceso, de trabajo lento, de reflexión, de pensamiento, de oficio.
Su lógica va a contrapelo de lo instantáneo, de lo urgente. Nuestra contemporaneidad impone un sujeto instado a actuar rápidamente, sin
demoras, de emergencia.
¿Hay otros modos de habitar nuestro tiempo? ¿Existe un ritmo propio, una métrica vital que decidimos desoír? Trabajamos con una materialidad que impone otro tiempo, otra velocidad, no sólo requiere una representación visual sino dominar un oficio, un sistema de procedimientos, una experiencia…
Encontrar un lenguaje propio implica el desarrollo de una imagen, de una técnica y por qué no de habitar un ritmo vital propio. Ese ritmo se construye entre nuestra propia cadencia y de conocer, respetar la materia con la que trabajamos. El vidrio nos plantea desafíos, es complejo e impone un lenguaje con reglas particulares, trabajar con él implica habitar otro espacio-tiempo.
Las obras exhibidas hablan de ese espacio de encuentro, dinámico, de diálogo entre el material y la experiencia vital. Un espacio intermedio, de juego, de tanteos, de búsquedas y encuentros con lo sensible. Los objetos son variados, heterogéneos, singulares. Las obras funcionan como un sistema de contrastes: de apariencia, de conceptos, de sentir. Se percibe lo etéreo y lo pesado, lo frío y lo
cálido, lo transparente y lo opaco, el realismo y lo abstracto, las ideas, las formas, los colores, las texturas, la piel, las superficies, las temperaturas, los modelos, los moldes, los procedimientos, la curva.
El vidrio fluye, se transforma, nos transforma, nos arrastra, nos lleva a la deriva y nos arroja a otra forma de habitar nuestro tiempo.