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San Carlos Centro – Capital Nacional del Cristal Artesanal

By 17 junio, 2013febrero 25th, 20213 Comments

La Cámara de Diputados de la Nación convirtió en Ley la declaración de la Ciudad de San Carlos Centro, provincia de Santa Fe, Argentina, como Capital Nacional del Cristal Artesanal.

Este es un reconocimiento a la historia de esta ciudad que posee una rica tradición en relación al cristal artesanal ya que desde principios de siglo cuando un grupo integrado por catorce jóvenes italianos denominado TOVA (Técnicos Obreros Vidrio Altare), provenientes de Altare, un pueblo de la región de Liguria, Italia, vino a la Argentina con el fin de desarrollar aquí la industria cristalera, aprovechando toda una tradición en la práctica de este arte oficio.

Nuestras felicitaciones a la Ciudad de San Carlos por este reconocimiento y a todos los que participaron para que esto fuera posible, ya que le dará a la ciudad un impulso y un reconocimiento a nivel nacional e internacional muy merecido.

Para esta nota entrevistamos a Jesica Savino (Museologa del Museo del Vidrio de Cristalería San Carlos):

¿Cómo surgió la idea de la denominación de San Carlos como Capital Nacional del Cristal Artesanal?
La idea surgió por la importancia que tiene la Cristalería San Carlos a lo largo de la historia, las fuentes de trabajo que genera la fábrica, dentro y fuera con los talleres de tallados de cristal y talleres de miniaturas. Hasta la década del 80 funciono otra cristalería en la misma ciudad que se llamo LIGURIA y también estaba formada por un grupo de Altareses que se desprendió del grupo TOVA,  que vino de Italia en 1950.

Otro punto importante, es que la ciudad de San Carlos, paso a ser reconocida a nivel nacional e internacional por sus cristales, es un punto de referencia del llamado turismo industrial, miles de personas durante el año visitan la empresa.

¿Quienes formaron parte del trámite y cómo fue el proceso?
Formaron parte del trámite la Intendencia de San Carlos Centro y  el staff de Cristalería San Carlos (desde la ciudad), Agustin Rossi (diputado), Roxana Latorre(senadora) y demás miembros del cuerpo.

¿Qué beneficios traerá esto a San Carlos?
El reconocimiento a una trayectoria en el modo de trabajo en forma ininterrumpida por 65 años.
A nivel turismo,potenciará las visitas a tan noble arte.

CRISTALERIA SAN CARLOS por Jesica Savino:

Esta región, de fisonomía netamente agrícola, cuya colonia se fundó en el año 1858, fue generadora de una industria local orientada casi con exclusividad a la producción de insumos para el agro o, al procesamiento de materia prima proveniente del campo, a mediados del siglo XX experimento un cambio paulatino que ha ido  diversificando su estructura productiva.

Cristalería San Carlos fue pionera en la región y uno de los motores que junto a otras industrias contribuyo para hacer de San Carlos Centro, un importante polo generador de trabajo del centro santafesino. Su edificio, construido hace más de medio siglo, no solo alberga a los hombres que desde temprana edad llegan para formarse en el oficio cristalero, manteniendo viva esta antigua manufactura, sino que además cobija historia.

Solo la vocación y el verdadero interés de los jóvenes que en búsqueda de un trabajo que les garantice el sustento, logran transformarlo en aprendiz primero y más tarde en artesano del cristal. Al igual que otros oficios artesanales encuadrados dentro de las artes menores, en este, los conocimientos también son legados de padres a hijos. En la actualidad conviven trabajando en forma mancomunada cuatro generaciones de artesanos, entre ellos aún se encuentran algunos de los que comenzaron a formarse hace décadas, cuando se fundó la empresa.

HISTORIA

La región donde está ubicado el departamento Las Colonias fue receptora de buena parte de una oleada migratoria que llegó a Argentina. Abundan tanto los testimonios acerca de este fenómeno, como los descendientes de aquellos pioneros que echaron aquí sus raíces contribuyendo a engrandecer los designios de la Nación.

Luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial el panorama europeo se presentaba incierto, desordenado, particularmente para quienes anhelaban una transformación positiva en sus vidas. Altare, pequeño pueblo de la región de Liguria en Italia, no escapaba a las consecuencias generadas por este contexto nebuloso. Durante 1948 y 1950  la provincia de Santa Fe acogió a un importante número de extranjeros, entre los que se destacaban catorce jóvenes que conformaban el grupo denominado Tova (técnicos obreros vidrio Altare) cuyos conocimientos se basaban en la producción artesanal de cristal, tradición milenaria que fue enriquecida por sus antepasados italianos. Cabe aclarar que Altare fue un verdadero centro de irradiación de la producción de cristal, que la antigua civilización fenicia dejó como herencia a la región de Liguria, con proyección al resto del continente, pero con características artísticas que la diferenciaron de la región de Venecia, quien aún cuenta con reconocimiento mundial en la materia.

Grupo TOVA partida desde Genova, Italia septiembre de 1947

El 8 de septiembre de 1947, en la ciudad de Génova: Isidoro y Gerardo Bormioli, cuya familia había poseido en Altare su propia cristalería; Vinicio Saroldi, Luigi Visani, Virginio Bassano, Carlo Garabello, Francesco Rotazzo, Carlo Rabellino, Edoardo Pioppo, Aldo Buzzone, Pietro Gaggino, Adarco De Biasi, Rinaldo Scarone y Anselmo Gaminara, embarcaron en el buque “Mendoza”, de bandera argentina, para enfrentar un futuro más promisorio que el vislumbrado en el viejo continente. El 24 del mismo mes, arribaron al puerto de la ciudad de Buenos Aires, de donde se trasladaron directamente a la santafesina localidad de San Jorge, para fundar allí, la Cristalería que llamaron SAICA (Sociedad Anónima Industria Cristal Artístico).

Con el tiempo, algunos integrantes de aquel grupo original, decidieron separarse para establecerse en San Carlos Centro, otra ciudad de la misma provincia, donde fundaron dos cristalerías: Liguria y San Carlos.

Anselmo Gaminara, el más joven de esa camada, era hábil para el diseño de objetos de cristal, en 1950, junto con otros artesanos ligures que habían llegado con él, fundo la Cristalería San Carlos, en la ciudad homónima. Con el transcurrir del tiempo, las familias Rabellino y De Biasi, se separan de la sociedad formada con  Gaminara para fundar la cristalería Liguria.

A partir de ese momento comienza a tejerse una tradición que reflejando el espíritu de sus precursores, hará conocer a Argentina también por sus cristales.

La única razón que determino el afincamiento en San Carlos es la de una corriente inmigratoria de artesanos que llego a esta provincia y resolvieron instalarse en distintos puntos. La artesanía y el factor étnico tienen una vinculación muy estrecha con Europa y allí que una corriente de Lombardos, Piamonteses y Friulanos fuera el único motivo determinante. Precisamente en Europa la tradición ha logrado que la Cristalería Fina encierre una técnica milenaria, los secretos se transmiten de padres a Hijos en cadena permanente. La considerable extensión de ese proceso y las experiencias recogidas durante el mismo, han dado los frutos que hoy tanto admiramos. No basta fundir productos, la mano de obra juega un papel por demás primordial.”

Podría afirmarse que la localidad de San Carlos Centro, cuya identidad productiva de origen, fue agropecuaria, no solo asimilo positivamente el establecimiento de una cristalería, sino que hizo posible la radicación de otras industrias, que como nuevas fuentes laborales ofrecen a su población la posibilidad de alcanzar un mejor nivel de vida, sin depender exclusivamente de las condiciones climatológicas. Poco a poco el hombre de campo fue incorporando conocimientos ligados a las nuevas ofertas de trabajo, ampliando así sus aptitudes, hasta ese momento restringidas casi con exclusividad al ámbito rural.

En cuanto al oficio cristalero, los maestros del vidrio, guiaron a aquellos hombres que de aprendices, con el tiempo y mucho esmero pasaron a ser oficiales y  más tarde, jefes especializados, conformándose así un núcleo de artesanos altamente especializado. Las piezas que producen estos artesanos gozan de prestigio internacional, logrando que la localidad haya trascendido a través  de los años con identidad propia.

En cuanto a técnica y calidad no existe diferencia con Europa, aunque, como manifiesta Gaminara:

Ellos nos llevan ventaja en algunos artículos por tradición ya que esto es como el vino, necesita tiempo de maduración.”

La primera sociedad que dio vida a la Cristalería San Carlos, se formó bajo el carácter legal de Sociedad Colectiva y estaba conformada por diez integrantes, ocho eran Italianos, antiguos fundadores de la fábrica SAICA de San Jorge, los dos  restantes eran Sancarlinos, José Polonio y Pedro Joaquín quienes aportaron el capital efectivo.

Los resultados de las primeras experiencias de fabricación, no fueron todo lo positivo que se esperaba. Por un lado, el sistema empleado no era compatible con la materia prima adquirida y, por otro, la energía disponible no respondía a la demanda del elevado consumo requerido, a esto deben sumarse las dificultades económicas que acuciaban a la sociedad a raíz de las deudas adquiridas.

Construcción de Cristalería

Anselmo Gaminara / promotoras

Las formulas para lograr un cristal de mayor calidad, fueron mejoradas, además se pudieron obtener materias primas superiores que permitieron un crecimiento de la producción que redundó en un notable incremento de las ventas.

El periodo comprendido entre los años 1954-1979 puede considerarse como un ciclo esplendoroso para las cristalerías. Esto se vio reflejado en los 186 talleres de tallado que absorbían piezas provenientes de las dos fábricas, transformando a la ciudad en un importante centro de la industria del cristal.

Tanque para combustible

Jorge Pablo primer obrero contratado por Cristalería San Carlos

Coincidente con el auge industrial experimentado en el país, la fabricación de cristal alcanzó altos índices de producción, llego a contar con un máximo de 200 empleados.

Vistas de Cristalería

La recesión económica que afecto a Argentina en la década de los años 90, también afectó a ambas fabricas que debieron afrontar serias dificultades económicas, este proceso llevo al quiebre y cierre definitivo de Cristalería Liguria en el año 1994.

En la actualidad, debido a una reactivación económica general y, especialmente del sector cristalero beneficiado por un boom vitivinícola íntimamente relacionado a éste, hace posible la continuidad laboral de sus 100 empleados.

Cada mañana, a las 5, los crisoles de los hornos encendidos esperan ser alimentados con la mezcla compuesta por cuarzo y otros elementos, que al alcanzar los 1200 º C de temperatura se transforma en la masa vítrea que dará forma a las piezas de traslúcido cristal.

El equipo de trabajo funciona con gran precisión, una rápida mirada o una leve seña al compañero, es suficiente para que se lleve a cabo un paso del proceso.

Si bien los hornos han evolucionado en su concepción, las pinzas y demás herramientas, que pueden ser de madera, corcho o cartón, no muestran mayor diferencia con las utilizadas durante el período renacentista, e incluso medieval.

Cuando el diseño de la pieza llega a manos del primer maestro vidriero, se inicia un proceso de saberes centenarios. No bien la mezcla adquiere el justo punto de fusión, con una caña metálica y hueca, se extrae una pequeña porción, a través  del tubo se irá soplando para dar volumen a la pieza, al mismo tiempo que se la hace girar y golpea para modelarla hasta conseguir la forma deseada. En pocos minutos la  pieza se vitrifica perdiendo maleabilidad, es cuestión de destreza y rapidez. Todo se hace a mano, por eso nunca habrá dos piezas idénticas.

Para realizar una copa se requieren seis personas. El miembro más joven del equipo es quien lleva la caña y saca el cristal del horno central. Lo lleva a otro hombre cuyo trabajo consiste en soplarlo dentro de un molde para dar forma al vaso o cáliz. Un tercero usa otra caña para extraer otra porción de cristal del horno. El cuarto, con unas tenazas y alicates da forma al pie. El quinto, con otra caña saca del horno una nueva porción de cristal. El sexto da forma a la base con un patrón que garantiza diámetro y grosor comunes a cada ejemplar del modelo requerido.

El 80 % de las tareas es de tipo artesanal, la ayuda mecánica se utiliza solo para las terminaciones, una maquina automática realiza el corte y pulido de los bordes de cada unidad. La producción diaria oscila entre las 6000 y 4000 piezas, con una diversidad de 14000 modelos diferentes.

En una sociedad tecnificada como la que vivimos, donde el consumo exige estar a la vanguardia en todos los aspectos, el trabajo artesanal no siempre es reconocido y valorado en su justa magnitud. Cristaleria San Carlos ha diseñado una muestra itinerante que desde hace algunos años recorre diferentes museos del país, con el objetivo de dar a conocer la labor del obrero-artesano de cuyas expertas manos y con ayuda de rudimentarias herramientas, surgen piezas de singular belleza, las mismas que la humanidad utiliza desde hace siglos.

TODAS LAS IMÁGENES PERTENECEN AL ARCHIVO FOTOGRÁFICO DE CRISTALERÍA SAN CARLOS

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