
Pintor, grafista y artista del vidrio, Vladimír Kopecký concibe la creación como un acto de riesgo permanente: ir siempre hacia adelante, romper la estética complaciente y defender la originalidad incluso a costa de la belleza.
Vladimír Kopecký
“Un artista que no llega con algo verdaderamente propio no sirve para nada.”
Esta afirmación, tan contundente como honesta, define con precisión la trayectoria de Vladimír Kopecký (*1931), una figura esencial del arte checo contemporáneo y del vidrio artístico internacional.
Formado en la tradición vidriera de Bohemia y en la Academia de Artes Aplicadas de Praga con Josef Kaplický, Kopecký nunca aceptó quedar confinado a una disciplina. Pintura, gráfica, objeto, instalación y vidrio forman en su obra un territorio común, atravesado por una energía inagotable y una profunda desconfianza hacia el “buen gusto”.
En los años ochenta transformó radicalmente la percepción del vidrio artístico: lo combinó con hierro, lo golpeó, lo manchó, lo sacó deliberadamente de su estética tradicional. No se trataba de provocación, sino de liberar al vidrio de su condición ornamental. Su impulso no provenía del expresionismo occidental, sino del arte de culturas originarias, donde el gesto, la materia y la intensidad preceden a cualquier canon.
Paradójicamente, esta crudeza convive en su obra con una geometría extrema, precisa y silenciosa. Kopecký transita sin conflicto entre lo salvaje y lo minimalista, llevando cada lenguaje hasta su límite emocional. Una línea recta puede volverse melancólica; un derrame de color, absolutamente irreverente. En ambos casos, el decorativismo queda excluido.
Entre 1990 y 2008, al frente del Estudio de Vidrio de la UMPRUM, transmitió a generaciones de artistas una enseñanza esencial: la libertad no existe sin exigencia intelectual. Su obra, presente en las principales colecciones checas e internacionales, confirma esa coherencia radical.
Hoy, a más de nueve décadas de vida, Kopecký sigue creando con la misma convicción: dudar de todo, avanzar siempre y encontrar, solo en el acto de crear, una forma de felicidad absoluta.















