“El vidrio me permite trabajar en lo humano, amar el tiempo del intento” .
Si hubiera que rastrear tres momentos en la vida de Candelaria Tascheret en relación al despertar de su amor por el arte, el vidrio como material expresivo y la potencia de lo femenino en sus creaciones, ahí están las horas en el taller de su abuelo carpintero y los años de infancia con su madre artista. Más allá, una visita a La Sagrada Familia de Barcelona y el descubrimiento de sus vitrales y “cómo las luces que atraviesan el espacio, abrazan y contienen a los cuerpos de los visitantes”. También el momento del nacimiento de sus hijas y una primera cesárea que dio lugar, tiempo después, a su obra “Innecesárea”.
Candelaria Tascheret (40, San Juan, Argentina) vive en la capital de la provincia y es arquitecta, artista y docente. Desde su “Taller Sur”, acompaña a más de sesenta alumnas que exploran y aplican técnicas de cerámica y vidrio fusionado desde hace más de ocho años.
Veinte años atrás, ella también comenzó su camino y tomó contacto con el vidrio colaborando como asistente de Elena Sastre, una vitralista que acababa de llegar de España. En ese momento, Candelaria cursaba una Tecnicatura en Cerámica, y sintió curiosidad por el material. “Me ofrecí a trabajar gratis a cambio de aprender el oficio. Ella tenía un pequeño taller, y para mí sostener vidrios de color, pulir y ensamblar los materiales fue algo mágico. Me pasaba tardes enteras ahí. Luego vino la crisis de 2001 y todo se paró. Seguí con mis estudios de arte y arquitectura, pero siempre supe que quería volver al vidrio”.
“Infinito particular” Escultura/Ensamble Hierro y Vidrio fusionado (manipulación de imagen, fotovidrio, grisalla, vidrio emplomado soldado, flossing, vidrio en ausencia.
¿El interés por el arte y la creatividad se despertaron temprano?
Sí. Mi primer recuerdo es en el taller de mi abuelo, que era carpintero, luthier, cantor, guitarrero, poeta, escritor, contador de historias. Había estudiado Bellas Artes y tenía cuadernos llenos de dibujos y poemas. Hablaba de la madera como de un ser con entidad propia. Él me puso en contacto con la experiencia de la “no” cosificación de las cosas, de que todo pulsa y late, se transforma con las manos humanas. De chiquita me sentaba en su regazo y soñaba con un taller, con hacer objetos, pintar cosas y vivir de eso. Mi mamá estudió arte y me enseñó a dibujar, ella y mi abuelo fueron la puerta.
¿Cómo fueron tus años de formación?
Al finalizar mis estudios de arquitectura, conseguí una beca y pude montar mi taller de vidrio y cerámica. Comencé a formarme con maestros de Buenos Aires y Córdoba. Luego estudié en Girona, España, en la Escuela de Cerámica de la Bisbal, donde hice experiencia en moldería compleja en kiln casting en escultura en vidrio macizo. Fui seleccionada por los maestros Gunnar Ahmer y Eugenio Zanetti para pintar los telones de la ópera La Flauta Mágica, y eso me dio conocimientos de pericias técnicas sobre pintura. Me interesa la pintura escénica y de caballete; los grafismos en todas sus dimensiones y cómo pasarlos al vidrio. Además, dirijo “Taller Sur”, un lugar de formación para mis alumnas, que me ha permitido crecer y experimentar con técnicas en vidrio fusionado y cerámica.
Crash Cuerpo, es una instalación de vidrios suspendidos, compuesta por 33 piezas de vidrio float y Bullseye. Las piezas de vidrios fueron horneadas usando matrices de yeso y cuarzo, trabajó sobre fragmentos de cuerpos humanos a escala real, y piezas trabajadas con revelado de foto. Fue una selección de imágenes sobre cicatrices, arrugas, heridas, y marcas de piel humana.
“Innecesarea ” Escultura. Ensamble de técnicas mixtas. Hierro soldado / Madera tallada / Fundición plomo y estaño / Cerámica / vidrio fusionado.
¿Cómo surge la obra “Innecesarea” y que repercusiones tuvo?
Cuando atrevesé el nacimiento de mi primer hija, con una cesárea sin ninguna indicación médica de urgencia, podría decirse que solo, no nos esperaron. Años después pude experimentar un parto humanizado en mi propia casa, la comparación de ambas experiencias me resultó un polo opuesto.
El parto de mi hija en casa fue literalmente una osadía, en una ciudad donde esa práctica no se conocía, pero parir de forma natural en la intimidad de mi hogar, y recibir con paz y serenidad a mi beba, a plena conciencia de la sabiduría de mi cuerpo, fue un hecho fundante en cambios muy personales y determinantes de mi vida. La obra “Innecesarea”, vino después de este parto, y fue el resultado de revisar la primer herida, de honrarla y volver a poner un ungüento en mi cuerpo y en el de todas las mujeres. Aquí comparto algunas palabras , que escribí en su proceso y han sido publicadas en libros de mujeres que buscan otra manera de parir y parirse.
“En el nacimiento de un mamífero, sucede un fenómeno llamado “Impronta”, una unión bioquímica inseparable, que se establece durante la hora posterior al parto, en pleno contacto íntimo entre la madre y su recién nacido. La represión de esa impronta en nuestra sociedad es una mutilación en el comienzo de la vida humana, para impedir así, el crecimiento de una criatura productora de deseo.
A la seguidilla de rutinas médicas que estiran la distancia – espacio – tiempo de un bebe humano para llegar al pecho de su madre, muchas mujeres atraviesan una cesárea, que cuando no es utilizada criteriosamente como un instrumento de salvataje, nos lleva a encontrarnos de frente con otra estrategia más para desvitalizar, manipular, y dominar a la mujer. “INNECESAREA” es una obra que revela las heridas emocionales y físicas, que sufren muchas mujeres.
Con amor, con miedo, con dolor o sin él, como sea que se presente, después de una cesárea, queda una cicatriz. Los cuerpos son registros vivientes que nos cuentan algo, de lo que significa para muchas mujeres catapultar vida humana.”
¿Qué es lo que más te apasiona del material?
Lo que más admiro del vidrio es la capacidad de asombro que genera, su cualidad expresiva, su transparencia y complejidad. Es un material que permite trabajar en lo humano, invita a amar el tiempo del intento; el vidrio siempre es un proceso, una experiencia. Desarrollás el hábito de la insistencia y aprendés de la frustración. Es un material tan misterioso en su comportamiento que necesita de una personalidad que se sobreponga a los traspiés y sostenga en el tiempo su búsqueda. Es un material de tiempo cósmico, no pertenece al modo “express”, sino que es fruto de la perseverancia, el esfuerzo, y eso hace trabajar en valores humanos muy preciosos.
¿Qué te mueve para crear tus obras?
Me inspira la música, el nivel poético de las armonías, la poesía, el paisaje estelar, la naturaleza, la arquitectura y el mundo femenino todo.
¿Qué es lo que más te emociona de tu arte?
Me apasiona ver a la gente interactuar con la obra. Cuando veo a la gente jugar con el color de la luz arrojada en los cuerpos, o bien cómo la luz se mueve en el espacio; los dibujos aleatorios de la forma con la luz. Me ha pasado que me escriban contándome reflexiones personales, historias de vida que se despertaron a partir de lo que disparó alguna de mis obras. Eso para mí es un regalo enorme. Con la obra “Innecesárea”, pasaron cosas maravillosas. Muchas mujeres se abrieron y me contaron sus vivencias. Poder compartirlas fue maravilloso.
Oda al Agua, fue seleccionada en el Concurso Internacional de Escultura Anchipurac, de San Juan y está emplazada en el ecoparque que lleva el mismo nombre. Tiene casi 7 metros de altura y fue realizado con reciclado de vidrio.
Su lugar en el mundo es Tamberías en las afueras de San Juan, Argentina, a donde va desde niña. Es un valle entre la precordillera y la cordillera Andina.