En Arusha, Tanzania, un muro brutalista ha sido transformado en un bosque de luz y color gracias a la maestría del colectivo keniano Kitengela Hot Glass, reconocido por su compromiso con el vidrio reciclado y la artesanía sostenible. Concebida como un homenaje a los 65 años de trabajo de Jane Goodall en Gombe, esta obra monumental de 140 metros cuadrados en dalle de verre no se limita a enmarcar la luz: la esculpe, la multiplica y la libera.
Cada fragmento —botellas de vino, ventanas y restos de vidrio industrial— fue fundido, moldeado y cortado a mano, y luego ensamblado en un mortero especial elaborado con vidrio triturado y cemento. La estructura que lo sostiene se fabricó con metal recuperado de chatarrerías, revestido con tambores de aceite reutilizados y corteza, convirtiendo cada elemento en parte de un relato de regeneración. La instalación, impulsada por el visionario Saifuddin Khanbhai y ubicada en Cultural Heritage, Arusha, demuestra que la sostenibilidad puede ir de la mano de la excelencia artística.
Esta pieza rompe con la concepción tradicional del dalle de verre, que suele ser plano y contenido. Aquí, las hojas de vidrio se curvan, se apilan y se proyectan en ángulos superpuestos, creando un efecto tridimensional que evoca un dosel vegetal en movimiento. La obra no se limita a su marco arquitectónico: lo desborda, trepa por las paredes y suaviza las líneas rígidas del edificio. La incorporación de iluminación interna oculta convierte el conjunto en una fuente activa de luz, que de día filtra el sol y de noche irradia un resplandor propio.
Más que una ventana, es un manifiesto visual que celebra la perseverancia y la acción concreta en favor del planeta. Al igual que en los talleres de Kitengela, donde el vidrio reciclado se convierte en arte y sustento para la comunidad, este bosque de vidrio simboliza que la belleza puede surgir de lo que fue descartado. En palabras de sus creadores, es un tributo a la fuerza tranquila de Jane Goodall, a su incansable defensa de los bosques y a su convicción de que la esperanza se construye con actos.
Esta es solo la primera fase: en breve, otros 30 metros cuadrados de vidrio se sumarán para ampliar este paisaje luminoso que crece como un bosque verdadero. Una obra que no solo transforma un espacio, sino que inspira a repensar el vínculo entre arte, naturaleza y comunidad.
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