La vitralista y restauradora María Paula Farina Ruiz, es la mujer a cargo de la asombrosa restauración y puesta en valor de los vitrales de la Confitería del Molino y ha recuperado las luces de los edificios porteños más emblemáticos.
“Algunas veces me siento más cerca del sol”, dice María Paula Farina Ruiz, que hasta hace un momento estaba trabajando en lo más alto del edificio de la Confitería del Molino, un lugar que estuvo cerrado durante veinte años y que antes de esta monumental obra de restauración, funcionaba como un local chino de comida por peso.
A los 41 años, la restauradora platense es la responsable de la puesta en valor de los 2000 mts de vitrales pertenecientes a esta emblemática esquina porteña. En cualquier día de la semana, no es raro verla subida a una cúpula, en lo alto de un andamio o con una soldadora en mano haciendo la estructura para los vitrales. María Paula no solo es la cabeza de dos equipos de expertos sino que además pone el cuerpo, trabaja a la par de sus colaboradores.
Trabajan con calor, con frío, siguen adelante con pasión y compromiso y parada en medio de la obra, confiesa que nunca imaginó llegar a abrazar un desafío de esta envergadura y que se dedica a la coordinación de grandes obras. Mientras lo dice, deja entrever que también añora los tiempos de soledad de su antiguo taller donde pintaba grisalla.
Pero su recorrido impresiona: solo en Buenos Aires recuperó los vitrales del Congreso de la Nación, la Casa Rosada, el Círculo Militar, la Medalla Milagrosa y la cúpula de la estación Mitre, entre otros. Y no se detiene. En su agenda figuran dos nuevas obras en los salones de otras dos confiterías históricas del centro de la ciudad: La Ideal y Las Violetas.
María Paula viene de una familia de médicos, pasó por la carrera de Odontología y trabajó en el Hospital Gutiérrez en la sección de patología. Cuando le faltaban dos finales para recibirse de odontóloga, sufrió la pérdida de alguien muy cercano y para aliviar el momento, sus padres la invitaron a viajar a Europa. Ahí fue cuando se deslumbró con los vitrales de París. “Estaba ahí y pensaba… ¡a esto lo hacen los gnomos!”
Ya no volvió a las aulas de la carrera de odontología y siguiendo el deseo y la curiosidad, se sumergió de lleno en el mundo mágico del vidrio, formándose como vitralista en la Catedral de La Plata. El rumbo de su vida estaba cambiando.
“Al principio mis padres no estuvieron de acuerdo con la decisión, pero pasaron los años y ahora están fascinados. Sienten el cariño que le pongo a mi trabajo. Me apoyan en el camino que elegí y entienden que soy feliz con esto. Ya no sienten que es un hobby, es la carrera que elegí, y saben que soy feliz con esto.”
Cuando estaba a punto de terminar su carrera, María Paula donó un vitral a una iglesia y ese sería el primer trabajo de muchos encargos que vendrían después. Entre ellos, el imponente vitral del Papa Francisco que está emplazado en la Catedral de Luján.
Se especializó en restauración en Chartres, París, uno de los mejores lugares de formación del mundo y fue la primera extranjera en ser aceptada en el Centre Internacional du Vitral, luego de aplicar durante varios años. La espera valió la pena y con el tiempo fue becada para cursar nada menos que la especialización y formación profesional en pintura medieval para vitrales, que la llevó a trabajar con los vitrales de la Catedral Notre Dame de Chartres.
-¿Qué significa para vos restaurar y poner en valor las obras?
-Restaurar es establecer un diálogo que me permite entender qué es lo que hay ahí, quién lo hizo, por qué, cómo y para dónde. Restauramos los objetos para que dejen de ser algo común y devolverle el valor que el artista le quiso dar, hacerlos revivir, darles nuevamente vida. Permitir que trasciendan través de los años y poder, al verlos, entender la cultura de un país.
Es muy importante destacar que cada vitral trae su historia.
“Los restauradores también buscamos sanar lesiones, de alguna manera. Recuperamos los vitrales y los objetos para que sigan viviendo y contando historias”
-¿Además de restaurar, qué buscan rescatar?
-Queremos evitar que se deterioren y se pierdan, como ha pasado tantas veces, porque sería perder parte de nuestra historia. ¿Cuántas veces miramos otras culturas, diciendo “mirá, esto tiene 500 años” La conservación permite mantener estas obras, rescatarlas, restaurarlas, revalorizarlas. Es importante poder hacerlo para nuestra idiosincrasia, nuestra vida; para saber quiénes somos.
-Venís de una familia de médicos y trabajaste en el hospital Gutiérrez en la sección de patología. ¿Qué relación encontrás con tu actividad actual?
-La patología es la parte de la medicina que estudia los trastornos de los tejidos y los órganos enfermos, a través de los cuales se manifiestan las enfermedades y acá también es un poco eso, poder curar los vitrales en sus lesiones para que sigan viviendo. Los vitrales nos traen color, diversidad, alegría, sacan de la penumbra a los espacios para aportar luz.
-Del Edificio del Molino se rescataron el 95% de los vitrales. ¿Qué podés contarnos del proceso del trabajo?
Lo que se está haciendo es una restauración general de cada uno de los dos edificios que lo componen. En el lugar hay dos equipos de especialistas a los que les enseñamos de cero y quedan a cargo de las diferentes áreas de trabajo. Ahora estuvimos desmontando los paños de la marquesina, y se trabaja de manera multidisciplinaria. Se relevan y evalúa el estado en el que están, se sacan fotos, se enumeran y etiquetan. La totalidad de los vitrales son 2000 mts2, hay horizontales, verticales, vitral Tiffany, vitrales que hablan del Don Quijote, paneles, balcones. Existe una gran variedad y técnicas utilizadas; hay piezas trabajadas con moldes, hay vidrio nacional e importado…. Una vez que uno tiene un paño, se hace una reevaluación, donde se pueden encontrar otras patologías como hongos y ahí se sacan muestras testigos para saber cómo encarar la restauración. Por lo general, se limpian en seco o con agua.
Otro de los trabajos de restauración grandes que hiciste fue el del Círculo Militar…
Sí, fue un trabajo muy grande. Trabajaba de lunes a lunes y fue un esfuerzo enorme, pero siempre pienso que tengo la suerte de hacer esto, porque no es solo el trabajo del taller sino también esta posibilidad de sumergirme en la búsqueda histórico artística, que lleva mucho tiempo. Poder encontrar números escondidos, frases, inscripciones en los plomos… Uno se traslada a la época en la que esas obras se montaron. La restauración de la cúpula del Círculo Militar fue la más importante que hice por su imponencia en el lugar en el que está emplazada, por su historia, por el trabajo multidisciplinario que se hizo junto con toda la parte de pintura mural. En el mismo momento, se trabajaron los techos del Gran Hall de Honor, donde está emplazado el vitral. Fue un trabajo en conjunto con la restauradora Cristina Lancelotti.
Los vitrales fueron traídos de París y ese Palacio fue la construcción más importante de la época, por eso trabajamos con un grupo grande de personas y cada día descubríamos algo nuevo. Fue una experiencia de trabajo tan rica y gratificante. El día que lo vi terminado no podía creer lo que habíamos hecho. Fue un honor que me hayan permitido restaurar esos vitrales, que nos los hayan confiado y poder disfrutarlos ahora.
-¿Cómo fue el trabajo de restauración en el Congreso de la Nación?
Cuando restauramos Pasos Perdidos, que fue monstruoso, desmontamos todos los paños, 500 en total, en la cabriada que está arriba del vitral del recinto. Clasificamos todo, hicimos una búsqueda histórico-artística, y ahí nos dimos cuenta de que había piezas rotadas, los dibujos estaban doblados en los sentidos, y otros no coincidían. Eran imágenes de 1916 en blanco y negro y trabajamos con una historiadora y una diseñadora. Con el respaldo histórico del registro original, pudimos hacer 50 pruebas de color, lo llevamos a escala y quedó increíble. Hoy cada uno de los vitrales te cuenta algo, le devolvimos la lectura con cada uno de sus atributos. Y todo el trabajo quedó documentado. Con este tipo de obras estás, de alguna manera, formando parte de la historia, y tu decisión pesa en un sentido diferente. Lo cual también es una gran responsabilidad.
-Con tanta experiencia podrías trabajar en el exterior, ¿por qué decidiste quedarte y apostar a los trabajos de restauración en tu país?
-En un momento me propusieron ir a trabajar a Europa, pero elegí quedarme acá porque acá tengo a mi familia y mi pareja, incluso sigo viviendo en la ciudad de La Plata, donde nací y crecí. Me costó generar el círculo de trabajo. Nadie me abrió una puerta, después me fueron llamando por el boca en boca. Hace un tiempo me ofrecieron trabajar en Europa, en la sección de estudios de documentación histórica de vitrales, pero esto lo estoy haciendo acá de alguna manera. Proteger nuestro patrimonio es proteger nuestras raíces, nuestra Nación, nosotros elegimos jugarnos por esto y para eso trabajamos sin descanso. Dentro de la restauración, es un área fascinante y ahora me quiero ir para ese lado en mi país, acá.
“Este es un arte que juega con la luz, con los colores, con salir de la penumbra. El vitral es lindo por donde se lo vea. Soy muy privilegiada de vivir de esto y tener cada vez más trabajo. Acá no hay sábados ni domingos libres”.
¿Proyectos? Además de trabajar en la Cámara de Diputados del Congreso de la Nación, tengo proyectos privados como La Ideal (cúpula, fachada, bombonero), Las Violetas, y está pendiente una segunda etapa de la restauración de la Medalla Milagrosa (la cúpula principal, donde se encuentra la Virgen).
“Hasta hace un tiempo, los equipos de restauración estaban integrados por hombres. María Paula busca cambiar eso, sumando cada vez más mujeres a sus equipos, logrando así un equilibrio mayor. “Durante años trabajé en patología en hospitales públicos y ahí aprendí a trabajar de manera interdisciplinaria. Ahora en los equipos hay gente joven con muchas ganas de hacer cosas, bien preparada, que sabe que hoy hay trabajo y mañana no se sabe. Lo importante para mí es poder observar hasta entender y luego poder transmitirles y enseñarles lo que sé, acompañar a los que vienen atrás”.
Esta entrevista fue publicada en la revista Sophia
Para ver más sobre el trabajo de María Paula Farina Ruiz y su recorrido:
Cargos actuales:
Asesora externa, especialista en Restauración de Vitrales en Confitería del Molino.
Asesora Honoraria de la Comisión Nacional de Monumentos, Lugares y de Bienes Históricos.
Asesora y responsable del equipo de restauración de Vitrales de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación.
Representante oficial y coordinadora de las Formaciones del Centre Internacional du Vitrail de Chartres, en Luján.