La artista Marisa Domínguez realizó una serie de preguntas a importantes artistas del vidrio. Las entrevistadas fueron: Andrea Da Ponte, Miriam Di Fiore, Karina Del Savio, Claudia Golzman, Paula Lekerman, Silvia Levenson, Rita Neuman, Antonella Perrone y Javiera Yañez Correa.
“…los objetos que el fuego nos da ostentan, de alguna manera, un pasado sin retorno…” (Giménez; 2015)
El título del trabajo, fue tomado del libro de George Lakoff, un lingüista que analiza la lengua dyirbal (lengua australiana casi extinta) y los sistemas de clasificación de los lenguajes reflejan aspectos de la mente. En este lenguaje se agrupa a los sustantivos que designan los seres de sexo femenino con cosas relacionadas con el fuego y cosas peligrosas.
Las mujeres que se animan a territorios masculinos, son tildadas de brujas y a veces en eso se les va la vida, por ejemplo Maria Sanchez de la Rosa condenada por el Santo Oficio.
A mi entender para poder animarse a esos territorios es fundamental que alguien en la infancia te haya habilitado herramientas, que hayas sido mirada más allá del encierro en un género.
En la historia del vidrio en la Argentina tenemos una pionera que marcó el camino Lucrecia Moyano quien fue alumna de Xul Solar y de Louis Fauvel entre otros. En los años 30 Rigolleau le hizo una propuesta impensable para la época, le ofreció el cargo de directora artista de la fábrica, y ella no solamente aceptó el puesto sino que desempeñó ese cargo por treinta años. No solamente supervisaba la línea industrial de la cristalería sino que además creaba sus propias piezas de vidrio soplado que moldeaba cuando aún estaba incandescente. Sus piezas forman parte de colecciones internacionales así como del Museo de Arte Decorativo de Buenos Aires y también de la Escuela de vidrio de Berazategui, que desde su creación en 1998 siempre fue dirigida por mujeres.
En una nota del diario La Nación del 4 de abril de 1999, realizada por Susana Pereyra Iraola a Lucrecia Moyano declara “Al lado de los hornos, muchas veces tratando de materializar una idea, mi trabajo ha sido disfrutar de lo inesperado y apropiarme de él … Controlar lo desconocido qué placer sin par… el fuego y el movimiento apresados, transformados en solida Transparente belleza”. Supo utilizar lo que se consideraban los errores que se producían en el vidrio (las burbujas) y transformarlos en su marca.
En la entrevista a Louise Bourgeois donde ella declara ,después de leer a Bachelard a sus setenta y cinco años “Si lo hubiera leído antes, habría sido una persona diferente, no me habría sentido dividida interiormente ya que había aceptado los materiales con sus diferentes características, y habría mostrado una actitud más amistosa hacia ellos… el medio es siempre una materia repleta de soluciones improvisadas… Por lo general uno empieza con lo más duro y la vida le enseña a doblegarse y contentarse con objetos más blandos, con métodos más suaves”.
El vidrio en estado líquido, incandescente, me produce la misma sensación que los fuegos artificiales o la lava de los volcanes, las palabras que Jan Struther pone en boca de Mrs. Miniver definen bastante la sensación: “Su atracción era más compleja que la de cualquier otra forma de arte…tenían suspenso, sorpresa y una leve insinuación de peligro, pero por sobre todo gozaban de la calidad suprema de lo fugaz…” ese el motivo por el que elegí hacer este relevamiento.
El trabajo que en principio fue muy ambicioso, Las artistas mujeres del vidrio argentinas, pero con el tiempo y tratando de focalizar mi deseo, fui recortando el interés, hasta convertirlo en un relevamiento de las artistas que trabajan el vidrio como su principal material, y realizan esculturas en este material.
Estaremos subiendo a modo de capítulos las diferentes preguntas y respuestas.
Las artistas entrevistadas son:
Primera pregunta:
1- Cómo llega el vidrio a tu producción?
Andrea Da Ponte– En realidad soy profe de Educación física, llegué a los cuarenta años muy cansada y tenía como pendiente estudiar bellas artes, en un comienzo pensé en anotarme en la Morel de Quilmes. La madrina de mi marido pertenece a una familia referente de grandes vidrieros de zona sur, tienen vidrieria de obra, de construcción, son de Sarandí, gallegos que vinieron con el oficio hace más de 50 años, hacían espejos de forma artesanal. Al enterarse que había dejado mis clases, me dijo vení a ayudarnos a la vidriería, tienen un local a la calle sobre Avda.Mitre en Wilde. Comienzo y al segundo día ya tenía el cortante en la mano. Jamás se me había ocurrido acercarme al vidrio en forma artística, mi lenguaje fue siempre más corporal, en relación al movimiento. Un día había que mandar a hacer un portaretrato y le dije a unos de mis compañeros enséñame que yo corto, la habilidad física creo que me ayudo mucho, termine moviendo hojas de vidrio… cortando vidrio monolítico. Me atrapó desde el punto de vista de la complejidad enlazada con el lenguaje corporal, todo lo que genera movimiento me atrae. Una vez le pregunté a la dueña de la vidriería, “Qué hacés con todo el descarte?” Tengo que pagarle a un camión para que se lo lleve me respondió. Inmediatamente le conté que venía un señor en busca de vidrio porque su hija hacía vitrofusión, no tardé mucho en convencerla para que comenzáramos.
Miriam Di Fiore– Yo estudié en la Escuela de Cerámica de Mar del Plata el profesorado de Cerámica y Dibujo. Allí un profesor de vidrieras, del cual no recuerdo el nombre y su asistente Nidia Danesa, hacían experimentos de fusión y yo por pura casualidad, ví una de esas piezas y me enamoré.
Karina Del Savio– Llega buscando un taller sobre transparencias, no tenía idea de que quería pero lo encontré.
Claudia Golzman– Siempre me sedujo el vidrio. Por casualidad, me enteré de una clase abierta de vitral en el Centro Cultural Recoleta, aprendí a cortar y allí comenzó el viaje.
Paula Lekerman– Llega a través del vitreaux por la vidrieria familiar, fui a aprender vitral y en el taller también realizaban vidrio con horno y comencé a experimentar.
Silvia Levenson– En 1987 fui a visitar Nueva York y por casualidad entré en una galería que expone trabajos del artista y diseñador Bertil Valien. Yo en ese entonces no sabía que el vidrio podía ser usado para hacer arte. Naturalmente conocía las piezas diseñadas por arquitectos como Carlo Scarpa, pero las esculturas de Bertil Valien me tocaron profundamente. A la vuelta de ese viaje me puse a investigar para saber donde podría aprender a usar el vidrio.
Rita Neuman– Cuando termines de estudiar Bellas Artes me sentía perdida, yo me especialicé en pintura y quería probar otras cosas que no me requiriera un compromiso tan fuerte como yo sentía cuando pintaba, pero comencé a explorar el vidrio y sentí que podía comunicarme a través del descubrimiento de este nuevo lenguaje, me fascinaba el color y la transparencia de este material.
Antonella Perrone– Fue bastante azaroso, cuando iba al colegio, iba a doble escolaridad y a mi hermana la cambiaron de colegio y a mi me agarro la loca y le dije que no iba a ir más todo el día al colegio y me dijo que algo tenía que hacer, mire así y le dije vitraux y mi mamá me encontró un curso a dos cuadros de mi casa y me mando. Un poco tenía como referente era que en la casa de mi abuela hay unos vitrales muy tradicionales, nada del otro mundo pero que siempre me llamaron mucho la atención.
Javiera Yañez Correas– La producción comenzó con el vidrio, yo no había encontrado un material en que me sintiera tan cómoda como con el vidrio, básicamente me encontré artista trabajando el vidrio, yo hacía otras cosas antes, el vidrio me llevo de la mano, el vidrio es mi maestro.